Síntomas
Vómitos autoinducidos: Una mala estrategia para adelgazar
Las personas con bulimia purgativa utilizan el vómito autoinducido como método para intentar eliminar lo que han comido y así prevenir un aumento de peso o, incluso, intentar adelgazar. Aunque no es nada agradable para ellas, el intenso malestar que les generan los episodios de sobreingesta (objetivas o subjetivas, es decir, sobreingestas “reales” o no) les lleva a creer que, de esta manera, están eliminando de su organismo todo o una gran parte de lo ingerido. Sin embargo, el vómito es una muy mala estrategia para estos fines ya que no se lograría eliminar ni el 40 % de lo ingerido y muchos de los nutrientes ya habrían sido absorbidos, por lo que acaba siendo inútil este intento de expulsarlos.
El cuerpo no está hecho para vomitar. El vómito es un mecanismo protector que se activa en ocasiones puntuales para expulsar alguna sustancia nociva que hayamos ingerido, evitando así, por ejemplo, una intoxicación. Cuando no existe esta intoxicación y se autoinduce de manera frecuente, puede conllevar las siguientes consecuencias:
– Daños odontológicos. Los vómitos frecuentes erosionan las piezas dentales, destruyendo gradualmente el esmalte dental. Los dentistas pueden identificar fácilmente este patrón de erosión y deducir la causa.
– Hinchazón de las glándulas salivares. Las glándulas que segregan saliva, ubicadas en la cavidad bucal, se hinchan gradualmente cuando las personas se autoinducen el vómito. Esta hinchazón no es dolorosa pero si es visible, dando una apariencia redondeada al rostro, lo que contribuye a que estas personas sigan preocupándose por el peso y manteniendo su trastorno.
– Daños en la garganta. El inducirse el vómito requiere un cierto uso de la fuerza resultando lesiones superficiales en la parte posterior de la garganta que pueden llegar a infectarse fácilmente.
– Daños en el esófago. En el esófago no tiene por qué haber jugos gástricos por lo que éstos pueden producir erosiones en las paredes del esófago y ocasionar sangre intestinal.
-Daños en las manos. Al utilizar los dedos para autoinducirse el vómito, a largo plazo, suele dañarse la piel que recubre los nudillos formando escaras, conociéndose estas lesiones como “signo de Rusell”.
– Desequilibrio de electrolitos o la deshidratación. Esta es una de las consecuencias más importantes del vómito, induciendo sed extrema, mareo, debilidad, tensión muscular y espasmos.
Entre estos desequilibrios cabe destacar la hipocalemia (potasio bajo) porque puede dar lugar a irregularidades en el ritmo cardíaco.
Muchos de estos daños son reversibles, desapareciendo cuando cesa la conducta purgativa.
Hay muchas páginas nocivas en internet sobre cómo inducirse el vómito y donde afectadas por trastornos de la conducta alimentaria se “animan” unas a otras a llevarlo a cabo (mira nuestro artículo sobre webs “pro-ana o mia”), por eso consideramos que no está de más tener constancia de todas las consecuencias negativas que tiene en nuestro cuerpo esta conducta y sobre todo hacer reflexionar sobre la creencia de que el vómito es una forma eficaz para el control del peso.
Ana Morales Carmona
Psicóloga especialista en TCAs
PETTCA-GRANADA
Factores predisponentes en TCA
Como ya sabemos, existen multitud de factores por los que una persona puede llegar a padecer un trastorno de la conducta alimentaria. Desde una predisposición biológica o genética hasta una amplia gama de factores socioculturales, familiares e individuales.
Debido a que esta enfermedad suele aparecer, sobre todo, en la adolescencia más temprana, cabe destacar los factores socioculturales, la presión por la delgadez extrema en las chicas pre-púberes, como los factores más influyentes en sus relaciones personales y sociales, bajo mi punto de vista. Estas chicas, que aún están creciendo, que son mucho más vulnerables a recibir cualquier tipo de publicidad engañosa y que, además, están continuamente expuestas a la venta de productos estéticos o a ideales que asocien su físico (principalmente su delgadez) con el éxito en sus vidas, se convierte en un colectivo de alto riesgo para padecer un TCA.
Los medios de comunicación difunden un ideal de cuerpo muy delgado, sin embargo ese cuerpo prototípico no representa a la mayoría de las mujeres. Darnos cuenta de ello, a la edad de 14 ó 15 años cuando no sabemos qué es pensar por nosotros mismos (pues nuestro cerebro no está desarrollado por completo), ni sabemos qué va a pasar en nuestro cuerpo cuando nos desarrollamos, ni siquiera sabemos alimentarnos bien, va a ocasionar que no sepamos distinguir una verdad de una mentira. A esta edad, no sabemos qué va a pasar en nuestras vidas, si lo ideal es estudiar o trabajar, si es más importante la diversión o el deber, si somos o no culpables de lo que pasa a nuestro alrededor, etcétera, por lo que se nos amontonan muchísimas preguntas que no sabemos ni por qué debemos hacérnoslas. Como vemos, es un asunto bastante complicado.
Como decíamos, a esa edad (entorno a los 14-15 años) sólo vemos lo que nos ponen delante de los ojos, como por ejemplo: infusiones para perder peso, cremas reductoras, biquinis que realzan nuestro pecho… En la televisión y en fotografías solemos ver chicas que aparecen totalmente peinadas y maquilladas para ir al colegio, delgadísimas y, en la mayoría de los casos, se trata de imágenes muy retocadas.
Si a esto le añadimos la influencia de nuestro entorno más cercano, hablando constantemente de dietas, de perder peso, de si esto engorda más o si esto engorda menos, dirigimos a los adolescentes a que su pensamiento principal vaya enfocado a su físico, a su peso, a las comparaciones constantes con los demás y, en definitiva, les estamos enseñando a pensar que su físico (y sólo su físico) es el que hará que tengan más amigos, que les gusten a los demás, y que sean aceptados por la gente de su alrededor.
Ser adolescente no es nada fácil, ya hemos escuchado muchas veces que no se suelen sentir comprendidos por los adultos, que están buscando una identidad, que normalmente se suelen mostrar muy agresivos con todas las figuras/aquellas personas que impliquen autoridad. Es un duro proceso de continuo cambio y de autoconocimiento.
Si no enseñamos a los chicos y chicas adolescentes qué les sucede en esa época, qué pasa por su mente y con su físico, probablemente, ellos busquen como solución a todos sus problemas alcanzar un canon de belleza irreal. Si dejamos que se dejen llevar por lo que ven en los medios de comunicación, lo más cercano para ellos, probablemente estemos empujando a estos adolescentes a que se preocupen cada vez más por ser extremadamente delgados, en caso de las chicas o extremadamente fuertes, en caso de los chicos, y no les estemos enseñando que lo verdaderamente importante a su edad es que estudien, se diviertan y se rían con sus amigos, sin compararse los unos con los otros y sin obsesionarse con el peso de la báscula, puede que no estemos haciendo lo suficiente para evitar que aparezcan los TCA.
Por todo ello, ahora toca plantearnos: ¿Quién tiene el papel de enseñar esto a los adolescentes como método de prevención de un futuro trastorno de la conducta alimentaria?; ¿Quién debe enseñar a los adolescentes que es imposible que todos los seres humanos pesemos lo mismo, que la dieta o la alimentación debe ser variada, pero sin obsesionarnos con los productos light o bajos en azúcares?; ¿Quién debe enseñar que nuestra imagen corporal depende de nuestra autoestima, de nuestra aceptación personal y no de unas características físicas concretas que se ven por televisión o que la moda impone?; ¿Quién debe hacerlo, los padres, los profesores, los psicólogos o psicólogas especialistas en TCA?
En mi opinión, se trata de una pregunta que debemos contestar rápido para poder actuar de forma activa en este problema porque la realidad es que los trastornos de alimentación van aumentando cada día más, y con esta enfermedad se destruyen relaciones familiares, personales así como un montón de proyectos e ilusiones. Por ello, todos juntos: padres, familiares, amigos, profesores o personal especializado en TCA debemos ser conscientes de este acuciante problema y darnos cuenta de que, sumando los esfuerzos de cada uno, se puede atajar esta enfermedad. Del mismo modo en que debemos responsabilizarnos del tipo de sociedad en que vivimos y tomar parte activa en cambiar los modelos estéticos que esta misma sociedad ha creado y que tanto daño está causando a nuestros jóvenes.
Sara Coca Arco
Psicóloga Especialista en TCAs