Síntomas
Depresión otoñal o astenia otoñal, que es y cómo prevenirla.
Para poder prevenir una situación problemática es fundamental entender bien su mecanismo de funcionamiento, así que la primera pregunta sería ¿Qué es la depresión otoñal? Hay muchas personas que, en los cambios de estación, en este caso en el paso del verano al otoño, sienten cambios en su estado anímico, pueden sentirse más cansados, inapetentes, aparecer cierta sensación de tristeza sin explicación clara, cambios bruscos del estado de ánimo, insomnio, mayor apetencia por el consumo de dulces, falta de apetito sexual, desinterés por las relaciones sociales, etc., en definitiva, comienzan a manifestar sintomatología propia de un estado depresivo. Este conjunto de sintomatología, y en función de su grado de intensidad, sería lo que llamamos una “depresión otoñal”, y según los casos puede ser llegar a ser altamente incapacitante e incluso la puerta de entrada a una depresión clínica de mayor calado.
Bien, y ahora nos tocaría entender ¿Por qué aparecen todos estos síntomas? Con el cambio de estación se producen dos circunstancias fundamentales, por un lado el cambio climático (aparecen las lluvias, el frio, más días ventosos, etc.) y por otro la disminución de las horas de luz. Este último aspecto se muestra como fundamental en la aparición de la depresión otoñal ya que la luz influye directamente en el funcionamiento de una hormona llamada melatonina, esta hormona se encarga de regular nuestros estados de descanso, nos ayuda a regular el ciclo de sueño-vigilia, aumentando su presencia cuando disminuyen las horas de luz solar. A su vez, la producción de melatonina también influye directamente sobre un neurotransmisor cerebral, la serotonina, de manera que a medida que aumenta la primera disminuye la segunda, y la serotonina es la responsable de gran parte de nuestro estado anímico positivo. Conclusión? Que para personas sensibles o predispuestas la ecuación quedaría así:
Menos luz + Mas melatonina + Menos serotonina = estado de ánimo depresivo
¿Debemos preocuparnos? La gran mayoría de la población NO. Nuestro cuerpo se ira adaptando paulatinamente al nuevo horario solar y, salvo algún día que nos encontremos más apáticos o apáticas no tendremos mayor problema, aunque siempre es recomendable hacer algo de ejercicio, cuidar nuestra alimentación y sobre todo aprovechar al máximo las horas de luz para realizar actividades de ocio y placenteras, pero aquellas personas que se forma recurrente sufran esta depresión otoñal es importante que sepan que probablemente estén sufriendo el llamado “Síndrome Anual Recurrente” que teniendo su inicio en esta etapa de cambio de estación, se extiende durante todo el periodo otoñal e invernal, desapareciendo al llegar la primavera, lo cual puede acabar generando un estado depresivo que se cronifique y que requiera una intervención clínica de mayor envergadura en el futuro.
Por tanto, aquellas personas que vienen sufriendo este síndrome de forma recurrente, o que en el pasado han sido diagnosticados de depresión y sienten que en esta época sufren pequeñas “recaídas” SI deberían acudir a su terapeuta de referencia para abordar la problemática hasta su completa resolución.
En nuestro centro contamos con un programa de “Prevención de la depresión otoñal” en el que combinamos técnicas de intervención cognitivo-conductuales, con la terapia lumínica (exposición a una luz blanca brillante de entre 6.000 a 10.000 lux mediante lampara certificada de uso terapéutico) y otras técnicas de desactivación y potenciación de habilidades para el afrontamiento de esta etapa crítica. Para conocer mejor nuestro programa sigue este enlace: Programa de Prevención de la Depresión Otoñal.
Sonia Villar
Psicóloga especialista en Psicología Clínica
Compleja interacción entre imagen corporal y publicidad
Hoy en día, todos/as somos conscientes de la gran influencia que ejercen los medios de comunicación en general, en nuestras vidas. Según Ortega, la publicidad pretende dar a conocer un producto, servicio, idea o institución con el objeto de informar o influir en su compra o aceptación (Ortega, 1999). De esta manera, los anuncios buscan crearnos necesidades sobre el producto que nos intentan vender. Salazar Mora, analizó el contenido de los productos publicitados en varios medios y encontró que el 36% correspondía a artículos o prácticas para modificar el cuerpo y obtener una figura más acorde al patrón delgado que dicta la moda actualmente, tales como productos alimenticios light, cirugía estética, plástica o reconstructiva y tratamientos embellecedores,que incluyen la pérdida de peso (Salazar, 2007). Esto es algo que debemos enseñar a todos/as los/as adolescentes, para que al comienzo de su desarrollo crítico, entiendan cual es el objetivo de la industria publicitaria.
Normalmente en estos anuncios se nos presentan modelos ideales y poco realistas, vendiéndonos más éstas imágenes que el producto en sí. Se crea una asociación entre el producto y la modelo, pensando que si utilizamos lo que anuncian podremos llegar a ser como esas modelos que se nos presentan. Sin ir más lejos, solo con comprarnos un pintalabios podemos ser tan provocadoras como ellas y ellos, una crema depilatoria para tener justo esas piernas, o alimentos concretos para tener un vientre plano. Así millones de ejemplos a los que estamos expuestos/as cada día desde que somos pequeños/as.
En distintos estudios se ha llegado a la conclusión que la imagen corporal, especialmente en las mujeres, se ve influida tras ver este tipo de anuncios. La imagen corporal «es una representación mental amplia de la figura corporal, su forma y tamaño, la cual está influenciada por factores históricos, culturales, sociales, individuales y biológicos que varían con el tiempo” (Slade, 1994). Ya comentamos anteriormente que influye en la formación de la imagen corporal:
Toro en un estudio en 2004, observó que la imagen corporal de las mujeres era significativamente más negativa después de ver imágenes de cuerpos delgados aparecidas en medios de comunicación que después de observar imágenes donde aparecen cuerpos con volúmenes medios, cuerpos gruesos u objetos inanimados (Toro,2004). También hay evidencias de que haya una relación entre la exposición a imágenes delgados y el aumento de culpa, inseguridad, insatisfacción corporal, vergüenza y depresión (Stice y Shaw, 1994).
Este impacto es aún mayor en chicas con gran insatisfacción corporal y adolescentes. La adolescencia es la etapa de transición entre la infancia y la edad adulta,abarcando las edades comprendidas entre los 10 años hasta los 20 años (Muñoz y Marti, 2004). Es la época de la instrospección, la comparación social y la autoconciencia de la imagen corporal. La formación de la imagen corporal es un proceso que va cambiando a lo largo de la vida, al igual que la autoestima, estrechamente relacionada con la imagen corporal, por lo que puede modificarse hacia una mayor aceptación o todo lo contrario.
Y ¿Qué pensamos los PSICÓLOGOS especialistas en Trastornos de la Alimentación sobre esto?
Las estadísticas indican que entre un 2-4% de españoles/as padecen un trastorno de la conducta alimentaria, por tanto, en una ciudad con 100.000 habitantes, entre 2.000 y 4.000 tendrian un miedo irracional a subir de peso, y una insatisfacción con su cuerpo. No obstante, muchas de estas personas no son conscientes de que padecen esta enfermedad psicológica.
Hace bastante tiempo que contamos con toda esta información, que conocemos lo que son los trastornos de la conducta alimentaria, todos los factores que influyen en la predisposición y el mantenimiento de estas enfermedades. pero aún no hemos dado con la clave de la prevención correcta para lograr conseguir que los/as jóvenes no sientan insatisfacción con el propio cuerpo.
La juventud consume muchísima publicidad, en televisión, revistas,en internet, por la calle…muchas de estas campañas transmiten una imagen estereotipada e irreal que se ve asumida por los/as adolescentes, haciéndoles especialmente vulnerables.
Sabemos que es bueno limitar el número de horas que los/as adolescentes ven la televisión sin ningun tipo de supervisión, y que es importante ayudarles a desarrollar un punto crítico hacia estas campañas publicitarias para que no les afecten negativamente en la forma en la que ven y evalúan su cuerpo. Es muy importante que sepamos diferenciar los estereotipos, la publicidad engañosa y tener una postura activa ante ella, analizando el mensaje que quieren trasladarnos. Que la publicidad ejerce una gran influencia en nosotros/as, es un hecho, pero está en nuestra mano qué interpretación realizamos ante ella.
Ana Morales Carmona y Sara Coca Arco
Psicologas especialistas en Trastornos de la Conducta Alimentaria
www.granadapsi.com
Referencias:
Ortega, E. (1999). La comunicación publicitaria. Madrid: Ediciones Pirámide.p. 378.
Salazar Mora, Z (2007). Imagen corporal femenina y publicidad en revistas. Revista de Ciencias Sociales, 116, 71-85.
Slade, P. D. (1994). What is body image?Behaviour Research and Therapy, 32 (5), 497-502.
Stice E, Burton EM, Shaw H. Prospective relations between bulimic pathology, depression, and substance abuse: Unpacking comorbidity in adolescent girls. Journal of Consulting and Clinical Psychology. 2004;72:62–71.
Toro, J. (2004): Riesgo y causas de la anorexia nerviosa. Barcelona: Ariel Psicología.
EL PAPEL DE LA COMIDA EN LOS TRASTORNOS POR ATRACÓN
Es fácil para un/a paciente que sufre trastorno por atracón reconocer que su consumo de hidratos de carbono y dulces es excesivo, sin embargo ignoran la razón por la que lo hacen. En ocasiones dicen “me apetecía” o, “de pronto me han entrado unas ganas irreprimibles de comer chocolate”, pero la base que sostiene este acto de comer compulsivo está en el cerebro, en concreto en el hipotálamo, que es la glándula que recibe información sobre el estado de reservas energéticas y activa la sensación de hambre cuando éstas disminuyen, encargándose además, de recibir las señales de saciedad que envía el estómago para enviar orden a su vez de dejar de ingerir más alimentos.
Pero es también el hipotálamo donde se reciben otro tipo de informaciones, como por ejemplo las relacionadas con las emociones, la voluntad, la afectividad o la memoria, que son interpretadas y nuevamente codificadas para emitir una respuesta. Cuando el sistema se desajusta, es posible emitir señales de saciedad ante el estrés (la impresión de “se me ha cerrado el estómago y he perdido el apetito”), o por el contrario, emitir señales de sensación de hambre cuando no las hay, provocando que el individuo reaccione ingiriendo más cantidad, en especial, de alimentos calóricos.
Entra en juego además lo que llamamos el “circuito de recompensa” cuyo principal protagonista es el neurotransmisor “Dopamina”. La cantidad de este neurotransmisor en el cerebro disminuye en momentos de ansiedad y, sin embargo aumenta en los momentos de placer, como puede ser el acto de comer alimentos de sabor intenso y agradable de alto contenido calórico. Cuando ante la aparición de la ansiedad (disminución de dopamina), la respuesta es la ingesta (aumento de dopamina), el resultado es la reducción del estado ansioso, por lo menos a corto plazo, ya que a largo plazo, el sentimiento de culpa por lo ingerido y la sensación de malestar físico por la sobreingesta, vuelven a elevar la ansiedad, dejando a nuestro/a paciente al inicio del circuito (en el caso de la Bulimia, puede además provocar el inicio de actividades compensatorias, como el ejercicio excesivo o los vómitos autoinducidos). El acto puntual de calmar la ansiedad a través de la ingesta, puede convertirse en una respuesta rutinaria por la inmediatez del proceso de relajación, ya que, aunque no es la respuesta adecuada al estímulo, si lo parece a corto plazo.
Pero entonces, ¿por qué no dejar de ingerir alimentos una vez saciados/as? La sensación de placer es adaptativamente superior y prevalece sobre otro tipo de sensaciones como el dolor (hecho constatado por ejemplo en las relaciones sexuales que serían dolorosas sin un nivel placentero adecuado) o la saciedad. Además, la sobreingesta se realiza normalmente a una velocidad mayor que la ingesta habitual, por lo que cabe la posibilidad de que el hipotálamo no reciba la indicación de que envía el estómago.
El trabajo en consulta pasa por trabajar la autoestima, la resolución de problemas de una forma adecuada al estímulo y las técnicas de reducción de la ansiedad a través del control de impulsos y la desactivación emocional y física provocada por la situación estresante.
Patricia Boldú de Luelmo
Psicologa especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria
www.buelpsicologia.es
Diuréticos y Laxantes NO son productos adelgazantes. #MitosTCA
Diuréticos y Laxantes son fármacos que, debidamente prescritos por un profesional de la medicina, pueden ser herramientas muy útiles ante determinadas patologías, como podría ser la hipertensión. No obstante, como todos los fármacos, pueden tener efectos secundarios indeseados que, en el caso de un uso no supervisado o indicado por tu medico/a, pueden llegar a ser extremadamente graves.
¿Cuál es el problema? Que muchas personas creen que su uso, además de inocuo o inofensivo, es además adecuado como estrategia para perder peso, lo cual es incierto.
Diuréticos y Laxantes actúan de una forma muy concreta sobre el organismo, bien facilitando la lubricación del tracto intestinal para facilitar la expulsión de las heces, bien aumentando su volumen, pero siempre por una causa de salud que recomiende su uso. Perder líquidos o acelerar el tránsito intestinal NO tiene un efecto directo sobre nuestra grasa corporal, con lo cual su uso sería una pésima y peligrosa estrategia para perder peso.
¿Cuáles son los peligros del uso de estos fármacos?
- Fatiga, calambres musculares o debilidad a causa de los bajos niveles de potasio
- Vértigo o mareo
- Entumecimiento u hormigueo
- Palpitaciones cardíacas o un latido cardíaco «agitado»
- Gota
- Depresión
- Irritabilidad
- Incontinencia urinaria (no ser capaz de contener la orina)
- Pérdida de la libido (por los diuréticos ahorradores de potasio) o incapacidad de tener una erección
- Crecimiento de pelo, cambios menstruales y engrosamiento de la voz en las mujeres (por los diuréticos ahorradores de potasio)
- Hinchazón de las mamas en los hombres o sensibilidad mamaria en las mujeres (por los diuréticos ahorradores de potasio)
- Reacciones alérgicas: si usted es alérgico a las sulfamidas, no debe tomar tiazidas.
- Pérdida de la función normal del intestino cuando se usa excesivamente.
- Mala absorción de nutrientes.
- Colon catártico.
- Constipación después de la catarsis.
- Pigmentación oscura de la mucosa rectal.
En algunos casos incluso la perdida depotasio puede conllevar severos problemas cardiacos, incluida la muerte.
Los Diuréticos y Laxantes NO SON INOCUOS, deberían ser facilitados SIEMPRE con receta médica y NUNCA a menores de edad.
Sonia Villar
Psicóloga Clínica especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria
Twitter: @_soniavillar
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Los TCAs desde la familia: Mi hijo/a me odia
A menudo a la consulta acuden los/as padres/madres de las/os pacientes que padecen TCA bajo una afirmación tan dura como desgarradora, “Mi hija/o me odia”. Relatan que la relación que tenían antes de la enfermedad se ha difuminado, ya no hay complicidad, no hay conversaciones, sólo gritos, discusiones, reproches, amenazas y además, a partir del comienzo del tratamiento, ha empeorado.
La queja suele provenir del cuidador principal que, en la mayoría de las ocasiones, es la madre.
De manera subjetiva, es una afirmación muy dolorosa, sin embargo, olvidamos un factor importante: es el cuidador principal quien se ocupa de organizar y servir las comidas (horarios, cantidades, reposos, etc.), razón por las que las/os pacientes tienden a identificarle con un estímulo aversivo que es inmediatamente traducido por “mi madre/padre quiere que engorde”, lo cual les genera gran malestar.
Además, debemos de tener en cuenta que existe una sensación de pérdida de control por parte del paciente Recordemos que, a través de una distorsionada relación con la alimentación, es como las/os pacientes palían su necesidad de control.
Aunque genera mucha tensión intrafamiliar, el/la cuidador/a no puede ceder a la coacción que la enfermedad ejerce, y debe mantenerse firme a las indicaciones dadas en consulta, porque, aunque no es fácil, es la única manera de ayudar a su hijo/a a vencer la enfermedad.
Esta situación no es preocupante y tiende a remitir con el tiempo, ya que ocupa su lugar dentro de la terapia psicológica que llevamos a cabo en consulta. Es necesario entender que no se trata de un enfrentamiento personal, sino de un paso inevitable en el camino hacia la recuperación.
Patricia Boldú de Luelmo
Psicóloga Especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria
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La vida contando calorías
Empieza el buen tiempo y con él, la gran comentada “operación bikini”. Nos saturan con anuncios de productos bajos en calorías y con dietas de X calorías diarias que nos animan a contabilizarlas para adelgazar; los gimnasios se llenan y en ellos, las máquinas nos indican cuántas calorías gastamos al usarlos; por no hablar de las miles de aplicaciones que cuentan el número de calorías que gastamos al día… Se monopolizan bastante las conversaciones y la palabra caloría toma un papel importante en ellas, haciendo que muchas personas empiecen a cambiar sus estilos alimenticios inclinándose por productos de bajo valor energético y no basando su elección en sus gustos.
Contar calorías es un método bastante habitual en la gente que quiere bajar de peso. Sin embargo, además de ser difícil su cálculo y de no ser exacto, es una estrategia inadecuada para ese fin. Empezaremos definiendo que la caloría es una unidad de medida que nos informa de la cantidad de energía que nos aportan los alimentos que ingerimos. Es la energía que alimenta el cuerpo, al igual que el combustible de un coche.
No todas las calorías son iguales ni tienen los mismos efectos en nuestro cuerpo. Lo más importante es su composición nutricional, es decir, el aporte de nutrientes que realizan. El contar calorías puede hacer que se prefiera comer un producto procesado (al contener la etiqueta es más fácil el cómputo) y con escaso aporte nutricional que otro elaborado, que aunque contenga mayor número de calorías estará aportando vitaminas y minerales que necesita nuestro cuerpo. Tener una alimentación saludable no implica sumar ni restar, sino que nuestro menú diario sea rico en nutrientes y equilibrado.
El estar pendiente de las calorías que consumimos puede llevarnos a consumir muchas menos calorías de las que necesita nuestro cuerpo y encontrarnos continuamente cansados. A la hora de elegir qué comer, se recomienda guiarnos por la tipología y el aporte nutricional de los alimentos.
Contar calorías puede ser muy estresante y cuando este control de lo que se come se vive con ansiedad, es una conducta de riesgo para desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria.
Ana Morales Carmona
Psicóloga Sanitaria. Especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria
www.granadapsi.com
TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA EN EL DEPORTE: FACTORES PREDISPONENTES Y MANTENEDORES
La práctica continuada de deporte puede constituir un factor de riesgo para el desarrollo de los Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), mucho más si dicha práctica se realiza de forma abusiva y sin supervisión.
No obstante, dicho riesgo depende, no sólo de la asiduidad, si no de la categoría en la que se realice (a mayor profesionalización, mayor posibilidad) y de las exigencias que ésta conlleve (importancia de lasTCA en el deporte medidas corporales y el peso para aumentar el rendimiento). Dentro de los deportes de más riesgo, encontramos los deportes estéticos (p.e. gimnasia rítmica, patinaje artístico, danza, etc.), los deportes de categorías (p.e. boxeo, lucha libre, judo, etc.), los deportes de resistencia (p.e. natación, ciclismo, etc.) y los realizados en gimnasios (p.e. culturismo, aerobic, etc.).
¿Qué factores pueden desencadenar un TCA en deportistas?
Los cambios corporales que se producen en la adolescencia, unidos a una baja autoestima, escaso autoconcepto, dificultades en el afrontamiento de dichos cambios, y los comentarios externos recibidos por parte de personas significativas (amigos, familiares, etc.), pueden actuar como predisponentes de cara a un TCA. Dentro del ámbito deportivo, se une además la necesidad de mantener un determinado peso o de recuperarlo tras un periodo de inactividad prolongado en el que se ha ganado en exceso (vacaciones, convalecencia por debida a una lesión, etc.), mediante dietas estrictas u otro tipo de estrategias para reducirlo.
¿Qué factores mantienen el TCA en deportistas una vez instaurado?
Los factores de mantenimiento de un TCA en deportistas pueden englobarse en tres ámbitos: La continuidad de una dieta estricta o de hábitos poco saludables para mantener el peso, el autorefuerzo de éxito a corto plazo por lograr el peso ideal que pueda mejorar el rendimiento deportivo (y por tanto los resultados) y el refuerzo social (presión), que en este caso no sólo se da por parte de la familia, los amigos y los allegados, sino también por parte de entrenadores, y compañeros de equipo, etc.
Otros factores que también influyen serían la sensación de control (autocontrol), la posesión de un cuerpo infantil (tan reforzado por ejemplo en prácticas como la gimnasia rítmica o el ballet, donde alcanzar un cuerpo prepuberal se convierte en algo “necesario” para la consecución del éxito), o factores familiares (como las altas expectativas en el futuro deportivo de los/as hijos/as) o las necesidades económicas (cuando el sustento familiar depende del éxito deportivo).
Además, muchos deportistas acostumbrados a seguir dietas constantes (en ocasiones, deportistas que realizan dietas restrictivas de forma permanente), pueden llegar en ocasiones a recurrir sobreingestas (los llamados atracones) en respuesta a la aparición de una “necesidad ansiosa” por comer, acudiendo después a vómitos y laxantes para reducir su sentimiento de culpa y el miedo a engordar, sumergiéndose sin saberlo en el círculo vicioso del trastorno.
Patricia Boldú de Luelmo
Psicóloga Sanitaria. Especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria
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El Gobierno francés cumple pero a medias.
Una buena noticia y otra “media” buena noticia.
La primera. El Gobierno francés perseguirá de oficio las publicaciones que hagan apología de los Trastornos de la Conducta Alimentaria en las redes. Por fin se acabarán, o se intentará acabar, con las, tan peligrosas, páginas “pro-ana y pro-mia”. Estamos de enhorabuena por ello y solo nos queda esperar a que el Gobierno español adopte una medida similar que tanta, tanta falta hace.
Pero por otra parte vemos como también han resuelto que se sancionará la presencia de modelos en pasarela con un peso inferior al que establezca la “alta autoridad sanitaria”… y aquí empieza mi preocupación. Pero para que me puedan entender bien déjenme hacerles una breve aclaración:
Según la OMS y todos los organismos internacionales de salud pública, el Índice de Masa Corporal (IMC o BMI en inglés) es el criterio por el que se establece si un peso es o no saludable según talla, edad y sexo. Así, en el caso de mujeres jóvenes (hasta los 35 años aproximadamente) se entiende que:
– Un IMC inferior a 18,5 es “BAJO PESO” (Estaríamos hablando de procesos de desnutrición con riesgo vital).
– IMC entre 18,5 a 24,9 sería “PESO SALUDABLE”
– Superior a 25 hablaríamos de SOBREPESO (Y a partir de ahí llegaríamos a los diferentes grados de obesidad existentes)
Bien, si lo que se busca es que las pasarelas de moda no se conviertan en un escaparate de “enfermedad”, de la “tiranía (que no cultura) de la delgadez”, de “apología de la anorexia”… entonces lo lógico es que se busque que las modelos sean lo contrario, es decir, la representación de “cuerpos saludables” referentes, no solo de belleza (que para gustos colores, por cierto) sino también de salud. ¿Suena razonable? A mí así me lo parece. Pues me apuesto una cena (solo una, eh) a que esto NO va a ser así. La “Alta Autoridad Sanitaria” establecerá 18 (es decir por debajo del mínimo saludable) o como mucho 18,5 como el IMC MÍNIMO en las modelos. Lo cual conlleva las siguientes reflexiones:
1º) Teniendo en cuenta las fluctuaciones normales del peso, una persona que esté en un 18 de IMC, por ejemplo, habrá días que descienda hasta un 17,5 o incluso más… ¿no sería, por tanto, más razonable establecer el mínimo en 19 garantizándose así un estado estable de salud?
2º) Son conscientes quienes legislan de que midiendo 1,80 m., para mostrar un IMC de 18 tendría que pesar aproximadamente 57 Kg? ¿Realmente creen que ese peso puede mantenerse con unos hábitos de vida saludables, es decir, NO RESTRICTIVOS, actividad física moderada y una alimentación equilibrada? Pues me temo que NO. Con lo cual seguimos promocionando en las modelos actitudes restrictivas y no saludables ante la alimentación.
Y como todo no van a ser críticas, aquí lanzo nuestra propuesta:
Establecer por ley que del total de modelos que participen en el desfile haya representación porcentualmente equilibrada de, como mínimo, TODOS y cada uno de los IMC saludables. Por ejemplo: modelos con 19, 20, 21…25 de índice de masa corporal. Solo así estaríamos convirtiendo las pasarelas de moda en lo que deberían ser, un reflejo de la realidad social, donde se promovieran estilos de vida saludable. Solo así SI que se estaría luchando activamente por prevenir los Trastornos de la Conducta Alimentaria.
Y si encima quieren reflejar a la mujer REAL tampoco estaría de más incluir modelos con algunas curvas más…. ¿no les parece?
Sonia Villar Rodriguez
Psicóloga Clínica. Especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria
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Las dos caras de los Trastornos de la Alimentación: visible e invisible
Ana Morales Carmona y Sara Coca Arco
Psicólogas especialistas en Trastornos de la Conducta Alimentaria
Revisando las novedades del DSM-V para el diagnóstico de los TCAs
Desde Mayo de 2013 tenemos con nosotros el nuevo manual diagnóstico DSM-V en el cual se incluyen algunos cambios asociados a la organización de los trastornos y a la especificación de los criterios diagnósticos. El antiguo manual contaba con 17 categorías diagnósticas, en el DSM-V pasan a ser 22. En este artículo nos vamos a centrar en los cambios que repercuten en los trastornos de la conducta alimentaria.
Conocer estas diferencias es de gran ayuda para los profesionales en su trabajo de evaluación y diagnóstico.
Anorexia nerviosa:
Criterio A: no alude al índice de peso relativo del 85%. Ahora se mencionará en el especificador de gravedad. El peso bajo pasa a definirse como un peso menor al mínimamente normal (para niños/as o adolescentes menor de lo esperable).
No hay variaciones significativas en el criterio B y C, por tanto las pacientes siguen teniendo un miedo intenso a ganar peso así como una alteración de la propia imagen corporal.
La gran novedad que trae consigo el DSM-V es la eliminación del criterio de amenorrea. Desde nuestra experiencia clínica este criterio no aportaba nada al diagnóstico. Muchas de nuestras pacientes no llegaban a presentar amenorrea a pesar de haber perdido mucho peso y de encontrarse desnutridas, otras no tenían menstruaciones regulares debido a su edad temprana y otras muchas no llegaban a tener menstruación por lo que era imposible presentar pérdida de ella. Además este criterio dejaba fuera al género masculino.
Se añaden especificadores de tiempo:
-Tipo restrictivo: durante los últimos 3 meses la persona no ha incurrido a episodios recurrentes de atracón o conducta purgativa
– Tipo compulsivo/purgativo: durante los últimos 3 meses ha incurrido en episodios recurrentes de atracón o comportamiento purgativo
Especificar si:
- En remisión parcial: el criterio A no existe (no tenemos un peso corportal bajo) pero la persona aún sigue padeciendo un miedo intenso a engordar y una alteración en su autoimagen (criterios B y C).
- En remisión total: no cumple ningún criterio durante un periodo continuado
Especificar gravedad actual:
Leve: IMC≥ 17 kg/m²
Moderado: IMC 16-16,99kg/ m²
Grave: IMC 15-15,99 kg/m²
Extremo: IMC < 15 kg/ m²
Bulimia nerviosa:
El DSM-V no incorpora cambios significativos en los criterios diagnósticos salvo para los atracones y las conductas compensatorias. Lo más relevante es la desaparición del subtipo bulimia nerviosa no purgativa que corresponde ahora a la categoría de trastorno por atracón.
Al igual que antes, se añaden especificadores en cuanto al tiempo (remisión parcial y remisión total) y la gravedad.
Leve: de 1-3 episodios de conducta compensatoria a la semana
Moderada: entre 4 y 7 episodios de conducta compensatoria a la semana
Grave: entre 8 y 13 de episodios de conducta compensatoria a la semana
Extremo: 14 o más episodios de conducta compensatoria a la semana.
Trastorno por atracón:
Esta es otra de las novedades del DSM-V. Esta nueva categoría correspondería a la anterior Bulimia nerviosa no purgativa del DSM-IV. El DSM-V esclarece los episodios de atracón y a los hechos a los que se asocia, sin embargo, sigue excluyendo los atracones subjetivos que vivencian algunos de los pacientes como podemos ver en nuestra práctica clínica. El sentimiento de culpa y de descontrol debe ser un criterio más importante, a tener en cuenta por el profesional, que la cantidad de comida que el paciente pueda tomar.
Los especificadores son iguales que en el punto anterior, cambiando conducta compensatoria por atracones.
Otro trastorno específico de la alimentación
Esta categoría se utiliza cuando la persona cumple síntomas de los trastornos de la conducta alimentaria pero no se corresponden con ninguno de los anteriormente citados. Algunos ejemplos pueden ser: anorexia nerviosa atípica, bulimia nerviosa (de baja frecuencia y/o duración limitada), trastorno por atracón (de baja frecuencia y/o duración limitada), trastorno por purgas, síndrome de ingestión nocturna de alimentos).
Pica y trastorno de rumiación:
No hay cambios significativos en criterios diagnósticos en ambos trastornos.
Trastorno por evitación/restricción de la ingestión de alimentos:
En el DSM-IV aparecía con el nombre de trastorno de alimentación en la infancia y era un trastorno que rara vez se utilizaba dada la información limitada sobre sus características, su evolución y pronóstico. En la nueva clasificación se amplían los criterios resaltando la aversión a la comida, así como la dificultad para alcanzar los niveles necesarios para el desarrollo del niño. Se asocia a una pérdida significativa de peso, una deficiencia nutricional, dependencia a la alimentación enteral y una interferencia importante en el funcionamiento psicosocial.
Desde el Centro de Psicología Clínica Pettca- Granada creemos que el DSM-V ha traído consigo grandes cambios que han dejado atrás criterios obsoletos y poco determinantes, y que ha clarificado otros criterios siendo más fácil establecer el diagnóstico, y haciendo ver a los/as pacientes que no “solamente se trata de que quieren adelgazar” sino que realmente están sufriendo una enfermedad/trastorno, ayudando así al proceso de “toma de conciencia” de enfermedad.
Ana Morales Carmona y Sara Coca Arco
Psicólogas especialistas en Trastornos de la Conducta Alimentaria
Centro de Psicología Clínica PETTCA-GRANADA