abril, 2015
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La vida contando calorías
Empieza el buen tiempo y con él, la gran comentada “operación bikini”. Nos saturan con anuncios de productos bajos en calorías y con dietas de X calorías diarias que nos animan a contabilizarlas para adelgazar; los gimnasios se llenan y en ellos, las máquinas nos indican cuántas calorías gastamos al usarlos; por no hablar de las miles de aplicaciones que cuentan el número de calorías que gastamos al día… Se monopolizan bastante las conversaciones y la palabra caloría toma un papel importante en ellas, haciendo que muchas personas empiecen a cambiar sus estilos alimenticios inclinándose por productos de bajo valor energético y no basando su elección en sus gustos.
Contar calorías es un método bastante habitual en la gente que quiere bajar de peso. Sin embargo, además de ser difícil su cálculo y de no ser exacto, es una estrategia inadecuada para ese fin. Empezaremos definiendo que la caloría es una unidad de medida que nos informa de la cantidad de energía que nos aportan los alimentos que ingerimos. Es la energía que alimenta el cuerpo, al igual que el combustible de un coche.
No todas las calorías son iguales ni tienen los mismos efectos en nuestro cuerpo. Lo más importante es su composición nutricional, es decir, el aporte de nutrientes que realizan. El contar calorías puede hacer que se prefiera comer un producto procesado (al contener la etiqueta es más fácil el cómputo) y con escaso aporte nutricional que otro elaborado, que aunque contenga mayor número de calorías estará aportando vitaminas y minerales que necesita nuestro cuerpo. Tener una alimentación saludable no implica sumar ni restar, sino que nuestro menú diario sea rico en nutrientes y equilibrado.
El estar pendiente de las calorías que consumimos puede llevarnos a consumir muchas menos calorías de las que necesita nuestro cuerpo y encontrarnos continuamente cansados. A la hora de elegir qué comer, se recomienda guiarnos por la tipología y el aporte nutricional de los alimentos.
Contar calorías puede ser muy estresante y cuando este control de lo que se come se vive con ansiedad, es una conducta de riesgo para desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria.
Ana Morales Carmona
Psicóloga Sanitaria. Especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria
www.granadapsi.com
TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA EN EL DEPORTE: FACTORES PREDISPONENTES Y MANTENEDORES
La práctica continuada de deporte puede constituir un factor de riesgo para el desarrollo de los Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), mucho más si dicha práctica se realiza de forma abusiva y sin supervisión.
No obstante, dicho riesgo depende, no sólo de la asiduidad, si no de la categoría en la que se realice (a mayor profesionalización, mayor posibilidad) y de las exigencias que ésta conlleve (importancia de lasTCA en el deporte medidas corporales y el peso para aumentar el rendimiento). Dentro de los deportes de más riesgo, encontramos los deportes estéticos (p.e. gimnasia rítmica, patinaje artístico, danza, etc.), los deportes de categorías (p.e. boxeo, lucha libre, judo, etc.), los deportes de resistencia (p.e. natación, ciclismo, etc.) y los realizados en gimnasios (p.e. culturismo, aerobic, etc.).
¿Qué factores pueden desencadenar un TCA en deportistas?
Los cambios corporales que se producen en la adolescencia, unidos a una baja autoestima, escaso autoconcepto, dificultades en el afrontamiento de dichos cambios, y los comentarios externos recibidos por parte de personas significativas (amigos, familiares, etc.), pueden actuar como predisponentes de cara a un TCA. Dentro del ámbito deportivo, se une además la necesidad de mantener un determinado peso o de recuperarlo tras un periodo de inactividad prolongado en el que se ha ganado en exceso (vacaciones, convalecencia por debida a una lesión, etc.), mediante dietas estrictas u otro tipo de estrategias para reducirlo.
¿Qué factores mantienen el TCA en deportistas una vez instaurado?
Los factores de mantenimiento de un TCA en deportistas pueden englobarse en tres ámbitos: La continuidad de una dieta estricta o de hábitos poco saludables para mantener el peso, el autorefuerzo de éxito a corto plazo por lograr el peso ideal que pueda mejorar el rendimiento deportivo (y por tanto los resultados) y el refuerzo social (presión), que en este caso no sólo se da por parte de la familia, los amigos y los allegados, sino también por parte de entrenadores, y compañeros de equipo, etc.
Otros factores que también influyen serían la sensación de control (autocontrol), la posesión de un cuerpo infantil (tan reforzado por ejemplo en prácticas como la gimnasia rítmica o el ballet, donde alcanzar un cuerpo prepuberal se convierte en algo “necesario” para la consecución del éxito), o factores familiares (como las altas expectativas en el futuro deportivo de los/as hijos/as) o las necesidades económicas (cuando el sustento familiar depende del éxito deportivo).
Además, muchos deportistas acostumbrados a seguir dietas constantes (en ocasiones, deportistas que realizan dietas restrictivas de forma permanente), pueden llegar en ocasiones a recurrir sobreingestas (los llamados atracones) en respuesta a la aparición de una “necesidad ansiosa” por comer, acudiendo después a vómitos y laxantes para reducir su sentimiento de culpa y el miedo a engordar, sumergiéndose sin saberlo en el círculo vicioso del trastorno.
Patricia Boldú de Luelmo
Psicóloga Sanitaria. Especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria
www.buelpsicologia.es
El Gobierno francés cumple pero a medias.
Una buena noticia y otra “media” buena noticia.
La primera. El Gobierno francés perseguirá de oficio las publicaciones que hagan apología de los Trastornos de la Conducta Alimentaria en las redes. Por fin se acabarán, o se intentará acabar, con las, tan peligrosas, páginas “pro-ana y pro-mia”. Estamos de enhorabuena por ello y solo nos queda esperar a que el Gobierno español adopte una medida similar que tanta, tanta falta hace.
Pero por otra parte vemos como también han resuelto que se sancionará la presencia de modelos en pasarela con un peso inferior al que establezca la “alta autoridad sanitaria”… y aquí empieza mi preocupación. Pero para que me puedan entender bien déjenme hacerles una breve aclaración:
Según la OMS y todos los organismos internacionales de salud pública, el Índice de Masa Corporal (IMC o BMI en inglés) es el criterio por el que se establece si un peso es o no saludable según talla, edad y sexo. Así, en el caso de mujeres jóvenes (hasta los 35 años aproximadamente) se entiende que:
– Un IMC inferior a 18,5 es “BAJO PESO” (Estaríamos hablando de procesos de desnutrición con riesgo vital).
– IMC entre 18,5 a 24,9 sería “PESO SALUDABLE”
– Superior a 25 hablaríamos de SOBREPESO (Y a partir de ahí llegaríamos a los diferentes grados de obesidad existentes)
Bien, si lo que se busca es que las pasarelas de moda no se conviertan en un escaparate de “enfermedad”, de la “tiranía (que no cultura) de la delgadez”, de “apología de la anorexia”… entonces lo lógico es que se busque que las modelos sean lo contrario, es decir, la representación de “cuerpos saludables” referentes, no solo de belleza (que para gustos colores, por cierto) sino también de salud. ¿Suena razonable? A mí así me lo parece. Pues me apuesto una cena (solo una, eh) a que esto NO va a ser así. La “Alta Autoridad Sanitaria” establecerá 18 (es decir por debajo del mínimo saludable) o como mucho 18,5 como el IMC MÍNIMO en las modelos. Lo cual conlleva las siguientes reflexiones:
1º) Teniendo en cuenta las fluctuaciones normales del peso, una persona que esté en un 18 de IMC, por ejemplo, habrá días que descienda hasta un 17,5 o incluso más… ¿no sería, por tanto, más razonable establecer el mínimo en 19 garantizándose así un estado estable de salud?
2º) Son conscientes quienes legislan de que midiendo 1,80 m., para mostrar un IMC de 18 tendría que pesar aproximadamente 57 Kg? ¿Realmente creen que ese peso puede mantenerse con unos hábitos de vida saludables, es decir, NO RESTRICTIVOS, actividad física moderada y una alimentación equilibrada? Pues me temo que NO. Con lo cual seguimos promocionando en las modelos actitudes restrictivas y no saludables ante la alimentación.
Y como todo no van a ser críticas, aquí lanzo nuestra propuesta:
Establecer por ley que del total de modelos que participen en el desfile haya representación porcentualmente equilibrada de, como mínimo, TODOS y cada uno de los IMC saludables. Por ejemplo: modelos con 19, 20, 21…25 de índice de masa corporal. Solo así estaríamos convirtiendo las pasarelas de moda en lo que deberían ser, un reflejo de la realidad social, donde se promovieran estilos de vida saludable. Solo así SI que se estaría luchando activamente por prevenir los Trastornos de la Conducta Alimentaria.
Y si encima quieren reflejar a la mujer REAL tampoco estaría de más incluir modelos con algunas curvas más…. ¿no les parece?
Sonia Villar Rodriguez
Psicóloga Clínica. Especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria
www.caap-psicologia.es
www.granadapsi.com